miércoles, 30 de septiembre de 2009
¡Antilibros en Perfil.com!
lunes, 28 de septiembre de 2009
Salió el disco de Falopa
Conjunto Falopa presenta Falopa, su disco debut. Todos los sábados de octubre (3-10-17-24 y 31) a las 23:30 en Mu, Punto de Encuentro. El disco se puede comprar en Mu o escribiendo a conjuntofalopa@yahoo.com.ar, o a antilibros@gmail.com.
Conjunto Falopa es:
Federico Marquestó: Guitarra, guitarrón, guitarra eléctrica, guitarra slide, composición, arreglos, dirección musical.
Francisco Huici: Guitarra, guitarrón, charango, mandolina, laúd, tres cubano.
Gustavo Carretino: Guitarrón, guitarra.
Juan Spolidoro: Guitarra
Pablo Marchetti: Voz, palabras, composición.
domingo, 27 de septiembre de 2009
waterflowers I
monet en el consultorio del médico
monet en la clínica
van gogh en el médico
en la sala de espera
en el servicio de obstetricia.
monet por consultorio uno
señora mamá
a partir de la semana veintidós
pedir turno con el doctor monet
hablar con el doctor sisley
con el doctor seurat, con el doctor renoir
consulte
con el servicio de impresionismo.
(de waterflowers, libro inédito de pablo marchetti)
¡Viedmazo! (Contratapa's en la orgullosa No-Capital)
Paco y Oliverio, invitados especiales.
sábado, 26 de septiembre de 2009
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Contratapa's en Viedma
martes, 22 de septiembre de 2009
¡Antilibros en Página!
lunes, 21 de septiembre de 2009
¡Antilibros en Clarín!
Video de nuestra participación en el ciclo Manifiesto, el martes pasado (15/9/09). El insuperable Gran Diario Argentino nos dedicó esta producción multimedia en su edición digital.
sábado, 19 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Vacío (fragmento)
LUEGO DE RECORRER EXHAUSTIVAMENTE EL PEQUEÑO POBLADO durante horas, Jeb había buscado el escaso reparo que le ofrecía el frente de una de las precarias viviendas y se había sentado. El sol, que caía a pique igual que cuando llegara, parecía haber detenido todo en un mediodía eterno y le otorgaba a las construcciones una tonalidad que las diferenciaba mucho del desierto que parecía penetrar en las calles. La arena dominaba todo con una presencia inmóvil y persistente confundiéndose con el marrón uniforme de las casas achaparradas. La inmovilidad era tan absoluta que resultaba difícil pensar que existiera algún tipo de vida. Jeb había explorado el lugar con una intensidad que había ido del reparo de no ser descubierto pasando por el frenesí de encontrar a cualquiera con quien hablar hasta llegar a ese cansancio en el que al esfuerzo de la búsqueda se le sumaban las horas transcurridas en el desierto y las anteriores, intensas de la huida.
Desde la precaria sombra que le ofrecía el tinglado de palos, Jeb escrutaba la calle mientras se secaba la frente con la palma de la mano. Llevó luego los dedos húmedos a los labios resquebrajado tratando de devolverles algo de elasticidad. Todavía le quedaba un poco de agua, pero por alguna razón se negaba a volver a aprovisionarse en alguno de los pozos del lugar. El sol era una presencia más y más abrumadora. Jeb se preguntó si esto se debía a las jornadas transcurridas en el desierto o si era algún tipo de insania que comenzaba a apoderarse de él. La completa inmovilidad del lugar empezaba a perturbarlo. No había hombre ni animales, ni siquiera insectos que alteraran esa imagen detenida.
Y además estaban las formas. Aparecían sorpresivamente en los lugares menos esperados. Arrojaban sobre el suelo sombras estrechas que de pronto se abultaban en cualquier lugar, aun en esa luz cenital que parecía no desprenderse nunca del poblado. Desde el desierto, Jeb había confundido algunas con seres inquietantemente tiesos en posiciones imposibles, pero de cerca se volvía ridícula la idea de poder identificar aquellas siluetas de un reluciente blanco óseo con algo remotamente humano. Sin embargo, la inquietante sensación era que habitaban el lugar y, por lo que había visto hasta ahora, eran los únicos pobladores de esas calles desoladas. Jeb tendría que estar más tranquilo por esto, nadie lo delataría si alguien llegaba a buscarlo, pero no era así.
Voces amigas le habían anunciado en la noche que había sido juzgado y condenado, que los sacerdotes mandarían por él, y había huido en la sombras. No sabía si iba a poder sobrevivir en el desierto, pero prefería eso a entregar su sangre. No estaba seguro de cuánto tiempo había estado vagando, ocultándose de quienes pudieran delatarlo, cediendo otras veces, en la desesperación que da el hambre, a confiar en la bondad de algunos hombres, sabiendo que en nada más podía confiar. Entonces había llegado a este pueblo.
Tiempo después —quince minutos, una hora, tres horas, no tenía cómo saberlo—, Jeb abandonó la pequeña porción de sombra y comenzó a caminar por el medio de la calle. Ya no le importaba ocultarse, sólo quería ver a alguien y que lo vieran. Las ventanas eran abismos de un negro absoluto que se recortan contra la cruda luz que reflejaban las paredes; nadie por ellas se asomaba. ¿Podía ser que todos hubieran desaparecido? ¿Qué o quién había hecho que la vida abandonara ese lugar?
El sol era una presencia abrumadora pero resultaba imposible descubrir dónde se encontraba en ese momento. La luz invadía todo por igual hasta casi despojar de color al ámbito. Jeb comenzaba a no estar del todo seguro de hallarse perfectamente lúcido; su captación del tiempo se distorsionaba y empezaba, además, a percibir una condición blanda, como líquida en los objetos. La impresión que tenía era de crueldad, pero no entendía por qué. ¿Podía ser cruel un paisaje? A su mente volvían palabras pronunciadas algún tiempo antes, cuando aún estaba entre los hombres, ¿Cuánto tiempo hacía?
—La naturaleza es cruel; luego, Di-s es hostil. Pero si es hostil, ¿para qué nos creó?, ¿para convertirnos en objeto de su crueldad? —había dicho.
Y los varones de su conocimiento le habían replicado:
—No blasfemes, Jeb.
Y también:
—El Muy Alto tiene motivos que nuestros motivos no entienden.
Y él había mirado a sus amigos y parientes allí reunidos y sumido en profunda angustia había dicho:
—Ciertamente no puedo admitir a un Creador que no trate con amor a sus creaturas. Si el dolor existe entre nosotros sólo a dos motivos atribuirlo puedo: o después de darnos vida Di-s nos abandonó, lo cual seguiría hablando de un Padre cruel; o es que Él, de Quien todo mana y Quien todo lo hizo, al crear la vida entregó Su vida.
Un rumor había corrido entonces entre los hombres de su confianza y hasta voces levantáronse tratándolo de hereje. Y hasta él se asombró de las palabras que de su boca habían salido, pero no impidió esto que terminara lo había comenzado y proclamó:
—Y prefiero la pena de Su inexistencia a la de Su crueldad.
Y aconteció que esa misma noche algunos que lo amaban vinieron a decirle que había sido denunciado y juzgado.
Y entonces él se había sumido en el desierto.
sábado, 12 de septiembre de 2009
viernes, 11 de septiembre de 2009
Antilibros manifiesta
¡ANTILIBROS en el Ciclo Manifiesto!
MARTES 15 DE SEPTIEMBRE, a las 20.15
En ULTRA, San Martín 678. Entrada Gratis.
ANTILIBROS: La editorial creada por Pablo Marchetti, Mariano Lucano, F.G. Mazzeo y Daniel Riera, fundadores de la Revista Barcelona, intervendrá el espacio para dar su Antimanifiesto y presentar sus primeros cuatro libros:
Caprichos, de Lucano-
Dialecto pequeño burgués, de Marchetti
Ejercicios para la mano izquierda, de Mazzeo
Familia y propiedad/vergüenza nacional, de Riera
www.antilibros.blogspot.com <http://www.antilibros.blogspot.com/>
Más Matías Capella y Siro Bercetche.
Intelectuales y artistas ponen en escena sus manifiestos estéticos, políticos y existenciales. Los invitados tendrán la libertad de confeccionar textos en los que manifiesten sus creencias o desarrollar una performance artística en la que sienten las bases de su producción. De este modo tomarán una posición frente al mundo, frente a la realidad, frente al arte.
Coordinan: Diego Erlan / Hernán Vanoli
Manifiesto
Género político por naturaleza, más allá de su contenido, el manifiesto implica el deseo de proponer, trazar fronteras, prometer y volver a ordenar el mundo, confiados en la potencia del propio lenguaje. En épocas donde el nihilismo ocupa todos los discursos, decir Manifiesto implica jugarse, implica decir «en esto creo».
Si la vorágine digital y la sobreoferta de escrituras parecen devorar cualquier principio de individualidad, nosotros invitamos adecir: Manifiesto. Grito al aire o microdenuncia cotidiana, el ciclo propone revisitar acciones artísticas, políticas, relacionales, donde la fiesta de su declamación permita que los diferentes manifiestos de músicos, artistas y escritores nos sumerjan en las aguas correntosas de su poética de la transformación.